Septiembre es sinónimo de juegazos. Y nuestra cartera lo sabe, pero si hay que dar prioridad a un título yo lo tengo más que claro, el mío es Shadow of the Tomb Raider. Las aventuras de la joven Lara llegan a su fin con este emocionante cierre situado en continente americano.
Parece que han pasado siglos desde que Lara regresó a nuestras vidas. Pero si echamos la vista aún más atrás, podríamos datar de la prehistoria videojueguil aquel primer Tomb Raider de 1997, cuya popularidad inspiró a un buen número de juegos que vinieron detrás. Por si esto fuera poco, Lara se convirtió en todo un icono del videojuego colándose en las listas de personajes favoritos. Sin embargo, tras varios títulos brillantes que nos llevaron por todo el globo, se instauró una dejadez en la saga que hizo perder el interés de los exploradores fieles. No soy una defensora de los reboots, pero posiblemente lo que hizo Square Enix en 2013 con Tomb Raider fue una de las decisiones más acertadas para asegurar el futuro de la serie.
Lara regresó en 2013 con un rediseño más acorde a nuestro tiempo y su edad. La chica era una novata que apenas había acabado la universidad y se lanzaba al océano con sus amigos en lo que sería el origen de su sed de aventuras. Y así como en su día otros juegos se apoderaron del legado que Tomb Raider dejó, el título adoptó aquello que estos habían tomado y evolucionado. La recepción del nuevo Tomb Raider fue muy positiva y, por eso, no fue de extrañar que aterrizara Rise of the Tomb Raider años después. La secuela suplió el problema de la falta de tumbas del primero, pero la excesiva acción no dio lugar a una narrativa profunda. Era obvio que hacía falta un punto intermedio entre ambos y la solución fue Shadow of the Tomb Raider, el cierre de la trilogía.
En Shadow of the Tomb Raider hemos visto como uno de los cambios más pronunciados recae en la protagonista: Lara ya no es solo una máquina de matar, se relaciona con las gentes de los pueblos, muestra empatía y se preocupa constantemente por Jonah, su compañero de aventuras. Durante mi viaje, he visto diferentes facetas sobre su vida, y ha sido maravilloso compartir etapas pasadas con mi arqueóloga favorita. El título supone un cambio muy drástico respecto a Rise of the Tomb Raider, donde jugamos con un personaje mucho más plano y con motivaciones simplemente vengativas. Además, daba demasiado protagonismo a la acción y menos a un desarrollo más enfocado en la narrativa, algo que fue criticado por la comunidad. Por todo esto, es de agradecer que en la despedida se haya puesto el foco en la trama y exploración tan propia de los orígenes de la serie. Sin duda, una buena forma de poner punto y final al arco argumental del pasado de Lara y su relación con la Trinidad.
Son muchas las cosas buenas que hace Shadow of the Tomb Raider en comparación a su antecesor. Otro elemento de suma importancia es la exploración y libertad que ofrecen varias de sus áreas abiertas. Me ha entusiasmado descubrir los pueblos de tamaño generoso añadidos. Allí, los residentes se mueven e interaccionan entre sí, es decir, se percibe vida. Dentro de estas áreas observamos cientos de detalles, y uno de los más auténticos es que las gentes hablan un idioma distinto, desde el español hasta un dialecto propio. Me encantaba pararme al lado de NCPs y disfrutar de sus diálogos. También hay un puñado que desbloquearán información sobre coleccionables y misiones secundarias mediante nuestras interacciones, pero lo más genuino es simplemente dejarnos envolver por las historias locales de esas tierras que relatan. Todos estos personajes que se relacionan con Lara ayudan a que se sienta más arropada nuestra arqueóloga y el jugador mucho más entretenido.
No obstante, el problema que arrastra la serie sigue siendo el mismo: el enemigo. La historia detrás del villano de Shadow of the Tomb Raider es la de un individuo que quiere apoderarse de un objeto de poder, pero sin una finalidad consistente como para conformar la misión principal. Asimismo, el simple hecho de usar la misma organización oscura para tantos juegos no le hace ningún bien a la trama, ya que pierde fuelle al no disponer de un cabecilla carismático.
Por otro lado, el juego no tiene una introducción muy extensa. De hecho, el prólogo es tan corto que enseguida descubrimos al enemigo y nos ponemos a repartir tortas y saltos por doquier. Somos una investigadora, sería más interesante dedicar unos episodios a la búsqueda de pistas por diversas localizaciones antes de plantarnos en la región donde la trama llega al clímax. Y en esta entrega situada en América, con la extensa historia que dispone, me parecen pocas las ubicaciones disponibles, lo que provoca que la duración sea escasa. La cultura precolombina es apasionante, por eso se siente que no han explotado todo su potencial. Shadow of the Tomb Raider toma retazos de aquí y de allá, pero lo hace de forma un tanto superficial. Es posible que los próximos DLCs alarguen las aventuras con nuevas localizaciones, lo que nos lleva al problema de siempre: obligación de comprar juegos con season pass para disfrutar de la experiencia completa.
Volvamos a los puntos positivos. Como bien sabréis los que seguís la saga, Tomb Raider se ha caracterizado por tener una ambientación exquisita. Aún recuerdo con impresión la Venecia de Tomb Raider 2 y cuando veo una arquitectura parecida grito: «¡Como en Tomb Raider 2!». Como no podía ser de ora forma, el reboot no ha fallado en representar las zonas de forma maravillosa. La mayor parte de Shadow of the Tomb Raider se sitúa en la selva peruana y, allí, entre la espesa vegetación, los animales salvajes y restos de civilizaciones pasadas, se esconden las tumbas con sus respectivos puzles. El tamaño de estas está muy en consonancia con el juego anterior, al igual que los puzles, los cuales utilizan elementos comunes ya vistos donde predominan de cuerdas y palancas.
Por desgracia, lo rompecabezas continúan con un nivel de complejidad bastante bajo y, para más irni, Lara continúa abriendo la boca más de la cuenta y nos indica pistas si estamos un rato dando vueltas o activamos el resaltar objetos. Esto último se puede desactivar, pero aún así se echa de menos más variedad y dificultad. Aunque tengo que decir que los puzles son muy divertidos, y el interior de las tumbas es simplemente espectacular. Si me tengo que quedar con una, sería la del viejo barco atracado en una gruta. En estas tumbas también observaremos estatuas enormes que adornan las estancias junto a tapices de rituales ancestrales, sin olvidar las zonas submarinas con restos de descubridores que sucumbieron ante brutales trampas. Para sumergirnos más en este entorno, los coleccionables nos relatarán historias de pobres aventureros que perecieron allí. Mientras recorría la majestuosidad de los rincones de Perú, mi imaginación intentaba reconstruir aquello que vivieron antiguas civilizaciones. Simplemente impresionante.
Todo esto está muy bien, pensaréis, pero un juego de acción/aventuras debe ser divertido. Y os puedo asegurar que Shadow of the Tomb Raider es tan divertido como siempre. Me lo he pasado estupendamente saltando por desfiladeros de infarto y lanzando la piolet para alcanzar salientes mientras todo se desprendía a mi alrededor. También he destruido animales salvajes que amenazaban mi vida o los típicos secuaces de la Trinidad. Algunos tuvieron suerte y mediante el sigilo pasé de ellos. Las mecánicas siguen siendo prácticamente las mismas, y solo han incluido pequeños añadidos, pero teniendo en cuenta que esta entrega cierra la trilogía del reboot, no es nada extraño que sea bastante continuista. El juego es bastante completo en cuanto acciones imposibles que Lara puede ejecutar, y añadir cambios drásticos sería cambiar totalmente el diseño y concepto, inclinándolo a otro género que quizá no sería del todo satisfactorio para los que buscan un juego plataformero de cierta libertad pero sin meterse en mundos abiertos abrumadores.
He jugado Shadow of the Tomb Raider en 4K nativos en Xbox One X y daban ganas de besar a Lara en cada toma. Con esto quiero decir que el juego se ve brutal. Cada paraje es como una postal y por esa razón he usado el modo foto por encima de mis posibilidades (lo siento, amigos del Live). Las expresiones faciales de Lara y otros personajes están muy bien conseguidos, lo mismo con sus movimientos, o los efectos de luz. El sonido, sin destacar sobremanera, cumple con su función de agregar misticismo a las ruinas que visitamos. Sobre los actores de voz, la actriz que encarna a Lara enamora, y el resto de gentes de Latinoamérica suena en su idioma original si así lo deseamos, aunque resulta extraño cuando se dirigen a Lara en español y ella responde en inglés. Por ponerme un poco tiquismiquis, hubiera quedado genial que la actriz original hablara español con las gentes de Perú. Es Lara Croft, una intrépida aventurera que descifra monolitos de civilizaciones de hace eones al instante, ¿cómo es posible que no hable español?.
Sin embargo, salvo los pequeños puntos negativos comentados, Shadow of the Tomb Raider es la entrega más equilibrada de la trilogía, y lo consigue ofreciendo la dosis justa de acción y aventura, con especial énfasis en la narrativa mediante personajes secundarios más trabajados y una exploración dividida entre pueblos con encanto y selva inexplorada. Lara ya no se siente tan abandonada, y los NPCs con los que interactúa son algo más que simples herramientas para hacer avanzar la trama. Pero aún hay trabajo que hacer en este apartado de cara a futuras entregas. ¿Qué más os puedo decir? Me lo he pasado muy bien y posiblemente me guste más que aquel reboot de 2013 que nos devolvía la ilusión en la saga. Lara quizá necesita un descanso para regresar con más fuerza e ideas frescas, mientras tanto seguiremos disfrutando del título a través de sus DLCs.