En mi vida como viciada, de una de las etapas que más bonitos recuerdos tengo fue la denominada generación 16 bits. En mi casa fuimos de Super Nintendo, pero como mi primo tendía a tirar por la competencia, se compró la Mega Drive. Pasamos muchas tardes inolvidables en su casa jugando a impresionantes videojuegos. Hoy, hace 25 años, Sega lanzó en Japón Mega Drive. Repasemos parte de esa época tan mágica.
Mega Drive aterrizó en Japón el 29 de octubre de 1988, a un precio de ¥ 21,000 (155€) y con dos títulos de lanzamiento: Space Harrier II y Super Thunder Blade. Hayao Nakayama, CEO de Sega por aquel entonces, quería una consola potente de 16 bits como los ordenadores de la época. Le puso de nombre «Mega» como símbolo de superioridad y «Drive» para representar la velocidad del procesador.
Si Sega no hubiera lanzado Mega Drive, Nintendo hubiera estado cómodamente otros años más explotando su Famicom y disfrutando de su monopolio en el mercado de los videojuegos. Sin embargo, SEGA encaminó la industria hacia la nueva generación 16 bits. Nintendo estaba machacando a Master System y gozaba de muy buenas ventas de NES en todo el mundo, así que no se preocupó demasiado por Mega Drive hasta 1990, donde Sega poseía más de la mitad del mercado de 16 bits. En aquel momento Nintendo tomó cartas en el asunto y el 21 de November de 1990 lanzó la hermana mayor de Famicom, Super Famicom, el cerebro de la bestia.
Para desmarcarse un poco de su competidora, Sega quería ofrecer una imagen más madura, y buscó darle un catálogo de juegos basados en simuladores deportivos y otros enfocados a un público más adulto. Además, el diseño y colores de la consola, negro y rojo, fueron pensados desde un principio con ese fin. A Sega solo le faltaba una mascota carismática para competir con el fontanero regordete y bigotudo que tenía mucho peso entre los niños. Es así como surgió Sonic, el erizo azul que corre como un rayo, que debutó en 1991 con Sonic the Hedgehog e impulsó las ventas de Mega Drive.
Mega Drive tuvo un estreno no muy satisfactorio en Japón dada la arraigada Famicom, por lo que sus esperanzas en el mercado estadounidense eran mínimas. Sin embargo, en Sega América estaba al mando Tom Kalinske, anteriormente consejero delegado en Mattel, que entre sus logros se encontraba convertir la línea Barbie en un negocio millonario. Su buen ojo para los negocios funcionó y llevó a Sega Genesis (llamada así por problemas de licencias) a la cima.
Irónicamente, Mega Drive también vendió más en Europa que en Japón. En dicho continente la consola de 16 bits tuvo que pasar por diferentes problemas de distribución y de fabricación que provocaron su retraso hasta finales de 1990. Los continuos contratiempos hicieron que muchos gamers y revistas especializadas tiraran de la importación para disfrutar de los juegos.
El éxito de la Mega Drive en Europa es difícil de medir, sobre todo porque en gran parte de Europa, las consolas no eran especialmente populares. Fue gracias al agresivo marketing de Sonic, o campañas como el genial Canal Pirata Sega, además de un nutrido catálogo de juegos, que hicieron que el consumidor descubriera las comodidades del mando.
El éxito impresionante e inesperado en EE.UU llevó a Sega Japón a tomar unas medidas precipitadas para triunfar en su país de origen. Lanzó Sega Mega-CD y Sega 32X, que junto a la Game Gear, Master System y Sega Saturn creó confusión y desconfianza en el mercado. La mala gestión desde Japón repercutió en Sega America, que vio mermada su fuente de ingresos durante la temprana transición hacia la nueva generación.
Nintendo fue conservadora y prudente y eso finalmente le trajo de nuevo el éxito en los 90. La mala política de Sega, siempre intentando estar un paso por delante de la competencia, la acabaría hundiendo. Aún así Mega Drive vendió cerca de 40 millones de unidades en todo el mundo.
Durante los 90, Mega Drive nos dejó entrañables anécdotas como la guerra Sega VS Nintendo, tan en boca durante esa época, o los cromos de Bollycao de juegos de Mega Drive y del abecedario de Sonic.
Además de un inmenso catálogo de juegos, del que me gustaría destacar a los que más horas dediqué:
STREET OF RAGE 2: Este es el JUEGO. El vicio que nos proporcionó Street of Rage 2 es inmenso y posiblemente es uno de los juegos que más nos pasamos, y de mis favoritos de todos los tiempos. Recuerdo que a raíz de SOR2 inventamos el género de «Juegos de luchas callejeras» y todo aquel que se pareciera lo catalogábamos así. Aún a día de hoy sigo utilizándolo dicho «género». Por cierto, la primera vez que vi a Axel en el menú de selección de personaje me volvió loquita.
FATAL FURY 1/2: Nuestra saga de lucha favorita para jugar en la Mega Drive. A pesar de la cruceta dura como una piedra, nos esforzábamos en ejecutar correctamente los ataques. De tanta media luna para delante y para detrás me salió una ampolla enorme en el dedo pulgar. Mi madre me castigó sin vicio durante una semana.
SONIC 1/2/3 (y el resto): Tengo que confesaros algo, yo siempre he sido de Sonic, pero del barrigón, el de antes. Lo encontraba una mascota monísima y el juego tenía un aspecto precioso. La pantalla Green Hill y su peculiar musiquita es imposible de olvidar. Las siguientes partes también gozaban de ese encanto, y los nuevos personajes introducidos como Tails eran carismáticos y adorables. Aún conservo una bolsa de Sonic 2 del centro mail.
GOLDEN AXE: Este es uno de los primeros que jugué en Mega Drive, y recuerdo que era difícil de narices. Nunca conseguimos llegar al final pero nuestra perseverancia con este título era digna de elogios. Me gustaba especialmente lo de poder robar la montura al enemigo y poder subirme en el dragón que… ¡echaba fuego! Eso me dejaba flipada. También nos gustaba retarnos 1vs1 en la modalidad Duel.
SENSIBLE SOCCER: El mejor juego de fútbol de todos los tiempos. No podíamos vivir sin él, así que viciábamos por igual en SNES como en Mega Drive. El mes de agosto que nos íbamos al pueblo nos llevábamos la consola con el juego y jugábamos en un televisor en blanco y negro.
OLYMPIC GOLD: Año 1992, olimpiadas de Barcelona y nos sacan un juego de deportes super adictivo. ¡Qué mas se puede pedir! Este era el machaca botones oficial de Mega Drive y donde más risas nos hemos echado sin duda. Natación, 100 metros vallas, saltos de trampolín… Original y extremadamente divertido. Mirad la entrada que le dediqué.
DYNAMITE HEADDY: Me parecía tan sumamente simpático este juego con un personaje que ataca lanzando la cabeza que fue otro de mis plataformas favoritos. Aún conservo la cinta de «Cabezón Mix» que regaló la revista Super Juegos.
GHOULS’N GHOSTS: Menudo jueguecito, señores. Siempre lo recordaré como uno de los más difíciles de todos los tiempos. El pobre Arthur pasaba bastante tiempo en calzoncillos gracias a mi poca destreza esquivando y matando bichos. Algún día me lo pasaré, lo juro.
COLUMNS: Muchos se reirán pero a mí este juego era un vicio, y fue mi sucesor del Tetris. Venía incluido en un pack llamado Mega Games I junto a Super Hang-On y World Cup Italia 90.
ETERNAL CHAMPIONS: Personajes variopintos de diferentes épocas se enfrentan en un torneo para conseguir el mayor de los premios: volver al momento antes de su muerte. A nivel gráfico me sorprendió gratamente, los escenarios y personajes estaban muy cuidados, y aunque a nivel de vicio no llegaba a niveles de Fatal Fury, sin embargo es un juego que le dedicamos muchas horas.
Hay otros tantos con los que pasamos muy buenos ratos, que mejor que recordarlos en este repaso musical.
Y vosotros, ¿Cuáles son los mejores momentos que pasasteis con Mega Drive?
Dioooos los cromos del bollycao, creo que tuve mas cromos q juegos pero mi favorito fue sonic 2, street figther 2 y alladdin!
yo tengo esos videos de la hobby, tambien los de nintendo, antes se curraban mucho el marketing.,,
Yo era de Super, mis primos de Megadrive, yo seguía con Nintendo 64, mis primos de PSX. Para los debates, y para viciar a "algo diferente" no hay nada más sano que tener un primo con otra consola distinta a la tuya!
Nunca me gustó el mando de la Megadrive, me parece ortopédico xd
¡VIVA LA SUPER!
la mejor consola de sega, una pena como acaba todo