Gráficos retro, ¿realmente necesarios?

En épocas pasadas, donde la tercera dimensión era una utopía y la alta definición ni siquiera estaba en fase de gestación (y no, pedazo de trolls, no hablo de Wii), la imaginación de desarrolladores y jugadores a la hora de diseñar e interpretar el aspecto aspecto gráfico de un producto resultaba fundamental, dadas las limitaciones técnicas a las que se enfrentaban. Los pixelotes eran casi obligatorios y diversos «trucos» se incluían en el juego para mejorar la inmersión y conseguir rascar un poco de realismo (el bigote de Mario no está ahí por casualidad). Y, desde luego, nadie se quejaba de ello. Bastante sorprendente era ver cómo el personaje obedecía nuestras órdenes como para plantearnos si los píxeles eran o no demasiado grandes.

Sin embargo, todo esto ha cambiado. Las sucesivas generaciones han traído consigo una necesidad por el realismo más absoluto y cualquier exceso de colorido o deformidad en los personajes es tachado rápidamente de infantil. Las ventas demuestran que el gran público, ése que por una parte sostiene la industria y por otra frena su avance, prefiere los soldados sudorosos a los animales parlantes y las flores mágicas. Y esto, por desgracia, ha relegado a las dos dimensiones a un segundo plano, como un perro, gracioso y simpático cuando es joven y sano pero que estorba cuando está viejo y arrugado.
Pero no hay por qué alarmarse, los estudios independientes han salido al rescate del jugador tradicional, aquél que disfruta tanto con píxeles como con polígonos. Las tiendas digitales están repletas de juegos que sirven de alternativa a los AAA que pueblan las estanterías y que, en muchos casos, eligen elementos gráficos clásicos para transmitir determinadas sensaciones. Juegos como VVVVVV o Retro City Rampage toman títulos clásicos y los trasladan a la actualidad con todos sus elementos, píxeles enormes incluidos. El aroma retro puede percibirse desde la misma pantalla de título.

Sin embargo, yo me pregunto: ¿de verdad esto hace falta? ¿es necesario emular limitaciones técnicas pasadas para recuperar la jugabilidad de las primeras generaciones? La diversidad de opiniones en este tema es enorme. Los jugadores más clásicos preferirán mantener la «esencia visual» de estos juegos intacta, mientras que muchos otros ven con buenos ojos la utilización de las posibilidades que ofrecen las máquinas modernas para actualizar esa fórmula obteniendo gráficos más «potentes» manteniendo, eso sí, la jugabilidad. Tengo que reconocer que yo seguramente me sitúe en este segundo grupo. No creo que un juego pierda calidad o personalidad por añadir la alta definición a sus características, y ejemplos como el propio Muramasa muestran que las 2D pueden integrarse perfectamente en la generación actual. Por tanto, tengo que confesar que me encantaría ver una versión de VVVVVV o Retro City Rampage con gráficos más actuales, reconociendo, claro está, el gran trabajo de jugabilidad que tienen detrás.

Y vosotros, ¿preferís que los «nuevos juegos retro» mantengan los gráficos de aquéllos en los que están basados o disfrutáis con la remasterización y la adaptación a las nuevas consolas?
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